miércoles, 16 de mayo de 2012

Mujeres de combate: su valor, entrega y sacrificio


ILSA PEÑA Y LEE MATEO CUENTAN SUS EXPERIENCIAS COMO PILOTOS MILITARES











Santo Domingo
La habilidad de un piloto militar se mide en un campo amplio y comprometedor. El éxito de su misión abarca desde lograr el transporte entre barreras internacionales hasta tener el dominio en un medio inestable como lo supone el espacio aéreo.

Cuando el control es tomado por una mujer, mostrar aptitudes físicas y teóricas no basta.
Dos aeronautas, Lee Mateo, capitán aviador en el escuadrón de combate de las Fuerza Aérea Dominicana (FAD), e Ilsa Peña, primer teniente en el escuadrón de rescate de esa institución, cuentan cómo han aprovechado la disciplina de su formación para responder a la carrera que les permite posicionarse encima de los prejuicios que marginan a su género.
Metas
Rachel Chevalier Amarante, cadete del tercer año de la FAD, manifiesta que la carrera militar es una de las más complejas y gratificantes por la oportunidad que le brinda de defender su país.
Sin embargo, el camino a la vocación entusiasma a la mayoría de las féminas tiempo después de iniciar  su educación  en la milicia.
De su parte, Mateo dice que cuando ingresó a la Academia Militar Batalla de las Carreras, fuera de la FAD, su meta era graduarse como oficial; pero luego, al pasar a la Escuela de Aviación dentro de la base, comenzó su fascinación y cambió de planes.
Aclara que se siente afortunada de haber clasificado porque el entusiasmo y el empeño no son suficientes para la mayoría de los aspirantes.
“La oportunidad no llega para todos -dice-. Hay exigencias que dependen de ti y otras no”.
La nota mínima para aprobar en algunas materias es 95/100. “Tres preguntas bastan para descartarte”, expresa Mateo, y agrega que en los exámenes médicos hay ciertas cosas que no se pueden comprometer, como una óptima agudeza visual. Además, como oficiales, los pilotos deben cumplir con una tabla de ejercicios afinada en cuanto a edad, género y otras condiciones.
En esta tabla, asegura la aviadora, impera la equidad entre hombres y mujeres.
“Es un proceso complejo, pero nunca he sentido que me traten diferente por ser mujer”, señala.
Para Peña, en cambio, es todo un reto desempeñarse en una carrera que hasta hace poco excluyó a su género.
El ritmo es intenso. Para avanzar, ambas comentan que se deben tener prioridades claras.
“Aunque muchos consideran que estoy en edad de tener hijos, esa no es una opción en este momento. Ahora mismo, dejar de volar un año supone atraso”, dice Mateo.
Las pilotos militares muestran más interés en escalar posiciones.
Entre sus funciones como militares y pilotos, Mateo y Peña prefieren especializarse en el ámbito civil como licenciada en Relaciones Internacionales y contable, respectivamente.

¿La mejor parte de volar?
“Sentir el poder que tienes”, responde Mateo.

Tener bajo mando una máquina, que esta permita colocarse sobre el mundo y saber que todo pasa por la capacidad de maniobrar es la experiencia que más le agrada.
Volar también supone un riesgo, aclara, “un riesgo que asumí desde el primer día”.
Las misiones que más disfruta Peña como piloto de helicóptero son aquellas de rescate o en las que puede ayudar a otros. Menciona que también le atrae la rapidez de este tipo de transporte y cómo funciona su maquinaria.
“Eso sí, hay que mantenerse estudiando”, expresa Peña al comparar la aviación con la medicina: “Siempre hay cosas nuevas que aprender”.
Las jóvenes sienten que ser piloto abre las puertas para explorar roles y aptitudes. Declaran que el ejercicio que viven en cada vuelo las empodera.
Sus fiestas son en el aire, sus cantos son los ruidos de las aeronaves y sus sueños la satisfacción del deber cumplido.
No piden nada más. Su modestia y dedicación pueden  impresionar a cualquiera dentro o fuera del área de combate.
Soporte
Actualmente hay seis pilotos militares femeninas: dos de helicóptero, uno de combate y tres de transporte. Ninguna pasa de los 30 años. Peña afirma encontrarse en el medio, con 23, y dice tener el privilegio de compartir con un grupo muy unido.
Mateo comenta que suele encontrar más comprensión entre sus compañeras que entre sus familiares o amigos. Bajo las mismas condiciones, dice, el grupo expresa solidaridad y empatía.
EXIGENCIAS, FIRMEZA Y DESERCIONES
Las oportunidades que tiene hoy día una mujer de tomar el volante de una de las aeronaves de la Fuerza Aérea Dominicana (FAD), son las mismas que tiene un hombre. Sin embargo, Víctor de Peña Paradas, subdirector académico del Instituto Militar de Estudios Superiores Aeronáuticos (IMESA), señala que la mayoría de las egresadas deserta o se inclina al área de auxiliares, donde la cantidad de hombres y mujeres es menos dispar.

“En la Fuerza Aérea impera la equidad, se le exige lo mismo a todos, pero tras enfrentarse a las exigencias y entrenamientos que trae consigo el oficio, muchas abandonan la aviación”, dice.

Pese a ello, seis mujeres han respondido al llamado militar.

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